lunes, 30 de septiembre de 2013

Chéjov: retrato de un personaje

Vincent van Gogh. Autorretrato (1886).
   Me gusta su cara ancha, de pómulos salientes, siempre pálida y desgraciada. En ella se refleja, como en un espejo, un alma atormentada por la lucha y el prologando terror. Sus muecas son extrañas y enfermizas, pero los finos trazos que el profundo sufrimiento ha grabado en su rostro son severos e inteligentes, y en los ojos hay un brillo cálido y sano. Me gusta todo de él, educado, servicial e inusitadamente delicado en su trato con todos, menos con Nikita. Cuando a alguien se le cae un botón o una cuchara, salta rápidamente de la cama y lo recoge. Cada mañana saluda con un buenos días a sus compañeros, y al acostarse les desea buenas noches.


Antón Chéjov. El pabellón número 6 (1892).

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