lunes, 30 de noviembre de 2015

Aristóteles: el principio que todo lo gobierna

Benjamin West. Saul and the Witch of Endor (1777).
Esto [lo indeterminado] parece ser el principio de los demás seres «que lo abarca todo y todo lo gobierna»… y es además un ser divino, pues es «inmortal e indestructible», como dicen Anaximandro y la mayoría de los naturalistas.

Aristóteles. Física.

Aristóteles: el alma entreverada

Zdislav Beksinski. Sin título.
Algunos afirman que el alma se halla entreverada en el todo. Posiblemente es este el motivo por el que Tales pensó que todo está lleno de dioses.


Aristóteles. Acerca del alma.

Aecio: la luna

Iván Aivazovski. The Bay of Naples at moonlit light. Vesuvius (1840).
Anaximandro dice que la luna es un redondel 19 veces más grande que la tierra, semejante a una rueda de carro que tuviera la llanta hueca y llena de fuego, como el sol; que está dispuesto en sentido oblicuo, como aquél, y tiene un solo orificio, como un turbo de torbellino. Los eclipses se producen según las disposiciones de la rueda.


Aecio. Opiniones de los filósofos (siglos I-II a.C.).

Dostoyevski: ser buenos y magníficos

William Blake. Job accepting charity (1825).
Oh, también nosotros solemos ser buenos y magníficos, pero solo cuando es buena y magnífica nuestra situación. Es más, nos sentimos incluso arrebatados —precisamente arrebatados— por ideales nobilísimos, pero a condición de que se alcancen por sí mismos, de que nos caigan del cielo sobre la mesa y, sobre todo, que no nos cuesten nada, nada, que nada haya que pagar por ellos. Pagar no nos gusta en absoluto; en cambio nos gusta mucho recibir, y eso en todo. Dennos, oh, dennos todos los bienes posibles de la vida (digo todos los posibles, con menos no nos contentamos) y, sobre todo, no obstaculicen en nada nuestra inclinación; entonces también nosotros demostraremos que podemos ser buenos y magníficos.


Fiódor Dostoyevski. Los hermanos Karamázov, libro duodécimo (1880).

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Arguedas: el Misitu

David Cox. Bathers disturbed by a bull (1853).
   El Misitu vivía en los k'eñwales de las alturas, en las grandes punas de K'oñani. Los k'oñanis decían que había salido de Torkok'ocha, que no tenía padre ni madre. Que una noche, cuando todos los ancianos de la puna eran aún huahuas, había caído tormenta sobre la laguna; que todos los rayos habían golpeado el agua, que desde lejos todavía corrían, alumbrando el aire, y se clavaban sobre las islas de Torkok'ocha; que el agua de la laguna había hervido alto, hasta hacer desaparecer las islas chicas; y que el sonido de la lluvia había llegado a todas las estancias de K'oñani. Y que al amanecer, con la luz de la aurora, cuando estaba calmando la tormenta, cuando las nubes se estaban yendo del cielo de Torkok'ocha e iban poniéndose blancas con la luz del amanecer; ese rato, dicen, se hizo remolino en el centro del lago, junto a la isla grande, y que de en medio del remolino apareció el Misitu, bramando y sacudiendo su cabeza. Que todos los patos de las islas volaron en tropa, haciendo bulla con sus alas, y se fueron lejos, tras de los cerros nevados. Moviendo toda el agua nadó el Misitu hacia la orilla. Y cuando estaba apareciendo el sol, dicen, corría todavía en la puna buscando los k'eñwales de Negromayo, donde hizo su querencia.
   Todos los punarunas contaban esta historia y hasta muy lejos llegó la fama del Misitu.
   Los k'oñanis decían que corneaba a su sombra, que rompía los k’eñwales, que araba la tierra con sus cuernos; y que el Negromayo corría turbio cuando el Misitu bajaba a tomar agua. Que de día, rabiaba mirando al Sol; y que en las noches, corría leguas de leguas, persiguiendo a la Luna; que trepaba a las cumbres más altas, y que habían encontrado sus rastros en las faldas del K'arwarasu, en el sitio donde toda la noche había arañado la nieve, para llegar a la cumbre.
   ¿Quién pues, iba a atreverse a entrar a los k'eñwales de Negromayo? Se persignaban los comuneros cuando pasaban cerca, y se paraban de rato en rato para oír si el Misitu bramaba.
   Los comuneros de K'oñani asustaban a los viajeros que pasaban por las estancias.
   —Vas cuidar, taita. ¡Misitu como tigre es! Silencio andarás.

José María Arguedas. Yawar Fiesta (1941).

domingo, 1 de noviembre de 2015

Proudhon: ser gobernado

Vladímir Makovski. El condenado (1879).
Ser gobernado significa ser vigilado, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, encasillado, adoctrinado, sermoneado, fiscalizado, sopesado, evaluado, censurado, mandado, por seres que carecen de títulos, capacidad o virtud para ello. Ser gobernado significa verse anotado, registrado, empadronado, arancelado, sellado, timbrado, medido, cotizado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado, amonestado, prohibido, reformado, reñido, enmendado, al realizar cada operación, cada transacción, cada movimiento. Significa verse gravado con impuestos, inspeccionado, saqueado, explotado, monopolizado, atracado, exprimido, estafado, robado, en nombre y so pretexto de la autoridad pública y del interés general. Y luego, a la menor resistencia, a la primera queja, ser castigado, multado, insultado, vejado, intimidado, maltratado, golpeado, desarmado, acogotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado y, para colmo, burlado, ridiculizado, ultrajado y deshonrado. Esto es el gobierno, esa es su justicia, esa es su moral.


Pierre-Joseph Proudhon. La idea general de la revolución en el siglo XIX (1851).