martes, 1 de octubre de 2013

Chéjov: un diccionario de bolsillo

Pierre-Auguste Renoir. Retrato de Edmond Maitre. El lector (1871).
   En la ciudad, a pesar de lo radical de sus juicios y de su nerviosismo, se le quería y, en su ausencia, se le llamaba cariñosamente Vania. Su delicadeza innata, su cortesía, su honestidad y pureza moral, su chaqueta gastada, el aspecto enfermizo y las desgracias familiares provocaban una actitud afable, cálida y triste hacia su persona. Por lo demás era un hombre instruido, había leído y, en opinión de los ciudadanos, lo sabía todo: era, en la ciudad, algo parecido a un diccionario de bolsillo.
   Leía mucho. A veces se pasaba días enteros sentado en el club y, tironeándose nerviosamente la barba, hojeaba revistas y libros, y en sus ojos se veía que más que leer devoraba lo que tenía delante, casi sin poderlo masticar. Al parecer la lectura era una de sus costumbres enfermizas, ya que se lanzaba con igual codicia sobre todo lo que le caía en las manos, hasta los periódicos y almanaques del año anterior. En su casa siempre leía acostado.
                                                                          
Antón Chéjov. El pabellón número 6 (1892).

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