Ernst Meissonier. El filósofo (1878). |
Un escritor escribe un libro acerca de un escritor que
escribe dos libros, acerca de dos escritores, uno de los cuales escribe porque
ama la verdad y otro porque le es indiferente. Acerca de ambos escritores se
escriben en conjunto, veintidós libros, en los cuales se habla de veintidós
escritores, algunos de los cuales mienten pero no saben mentir, otros mienten a
sabiendas, otros buscan la verdad sabiendo que no podrán encontrarla, otros
creen haberla encontrado, otros creían haberla encontrado, pero comienzan a
dudar de ello. Los veintidós escritores producen, en conjunto, trescientos
cuarenta y cuatro libros, en los cuales se habla de quinientos nueve
escritores, ya que en más de un libro un escritor se casa con una escritora, y
tienen entre tres y seis hijos, todos ellos escritores, menos uno que trabaja
en un banco y lo matan en un atraco y luego se descubre que estaba escribiendo
en casa una bellísima novela acerca de un escritor que va al banco y lo matan
en un atraco; el atracador, en realidad, es hijo del escritor protagonista de
otra novela, y ha cambiado de novela por la simple razón de que le resultaba
intolerable seguir viviendo junto a su padre, autor de novelas sobre la
decadencia de la burguesía, y en especial de una saga familiar, en la que aparece
también un joven descendiente de un novelista autor de una saga sobre la
decadencia de la burguesía, el cual huye de su casa y se hace atracador, y en
un atraco a un banco mata a un empleado de banca, que en realidad era un
escritor, y no sólo esto, sino también un hermano suyo que se había equivocado
de novela, mediante recomendaciones intentaba conseguir cambiar la novela. Los
quinientos nueve escritores escriben ocho mil dos novelas, en las cuales
aparecen doce mil escritores, en números redondos, los cuales escriben ochenta
y seis mil volúmenes en los cuales aparece un único escritor, un balbuciente y
deprimido maniático, que escribe un único libro en torno a un escritor que
escribe un libro sobre un escritor, pero decide no terminarlo y le da una cita,
y le mata, determinando una reacción por la que mueren los doce mil, los
quinientos nueve, los veintidós, los dos, y el único autor inicial, que de este
modo ha alcanzado el objetivo de descubrir, gracias a sus intermediarios, al
único escritor necesario, cuyo final es el final de todos los escritores,
incluido él mismo, el escritor autor de todos los escritores.
Giorgio Manganelli.
Centuria. Cien breves novelas-río (1979).
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