Remedios Varo. Apártalos que voy de paso. |
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo
prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota
nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que
tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que
herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias.
Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario
del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el
mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante,
pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a
coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de
fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin
calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que
él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.
Jorge Luis Borges. Las ruinas circulares (1940).
Creo que jamás se me hubiera ocurrido decir que "el cielo tenía el color rosado de la encía de los leopardos" =P
ResponderEliminarMe gusta el final cuando dice: "con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo" Debe ser extraño sentirse así.
La pintura no es de mi favoritas porque a simple vista no se aprecian demasiadas cosas, parece algo como borroso pero, como en todas las de Remedios Varo, a medida que te fijas observas algunos detalles y eso me agrada porque siempre descubres algo cuando miras un ratito.
Saludos =)
Tampoco es una de mis pinturas favoritas de Remedios Varo, pero la creí adecuada para este fragmento.
EliminarAhora, cada vez que veas un crepúsculo, piensa en "el color rosado de la encía de los leopardos". xD