viernes, 31 de mayo de 2013

Solzhenitsyn: actuación para el arresto

Ernst Ludwig Kirchner. Calle de Leipzig con tren eléctrico.
Y si se trata de un simple mortal al que aterrorizan las detenciones en masa y que lleva ya una semana soportando las miradas ceñudas de sus jefes, de pronto se le llama a la sección local del sindicato donde, radiantes, le ofrecen una putiovka para el balneario de Sochi. El borrego se enternece: o sea, que sus temores eran infundados. Da las gracias y parte exultante a casa para hacer las maletas. Faltan dos horas para la salida del tren, y regaña a su esposa que tarda una eternidad. ¡Ya estamos en la estación! Aún queda tiempo. En la sala de espera o en un tenderete donde venden cerveza lo llama un joven simpatiquísimo: «¿No me conoce, Piotr Iványch?». Piotr Iványch se siente confuso: «Creo que no, aunque...». El joven se prodiga en atenciones, con la más benévola amistad: «Bueno, pero cómo, pues yo sí le recuerdo...». Y se inclina con respeto ante la esposa de Piotr Iványch: «Perdone que le robe a su esposo por un minuto...». La esposa consiente y el desconocido se lleva a Piotr Iványch confiadamente del brazo... ¡para siempre o por diez años!


Aleksandr Solzhenitsyn. Archipiélago Gulag (1973).

2 comentarios:

  1. Imagino que este tipo de actuación era más común de lo que podamos pensar. Debía ser aterrador para el familiar que se quedaba sin saber cuando volvería a ver al ser querido o por cuanto tiempo estaría sin él.
    Sin duda una situación muy angustiosa.

    Me gusta el fragmento. Un beso. =)

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    1. Los soviéticos eran muy ingeniosos en "el arte del arresto", por llamarlo de alguna manera. Este libro me agrada precisamente por todas las anécdotas que cuenta al respecto.

      Un beso.

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