Franciabigio. Retrato de un hombre joven (1522). |
Pero he aquí una pregunta: ¿por qué nos hemos agotado? ¿A
qué se debe que, siendo al principio tan apasionados, tan audaces, tan nobles y
tan idealistas, nos convirtamos en verdaderos pingajos a los treinta o treinta
y cinco años? ¿Qué razón hay para que uno se consuma tísico, otro se descerraje
un tiro, el tercero busque olvido en el vodka o en las cartas, y el cuarto,
para reprimir su miedo y su pesar, pisotee cínicamente el retrato de su hermosa
y pura juventud? ¿Por qué, al caer una vez, no tratamos de levantarnos y, al
perder una cosa, no procuramos buscar otra? ¿Por qué?
Antón Chéjov. Relato de un desconocido (1893).
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