domingo, 25 de agosto de 2013

José Donoso: el comienzo de una fijación

Tintoretto. Susana y los viejos (1555).
   Poco a poco la comencé a buscar. El día no me parecía completo sin verla. Leyendo un libro, por ejemplo, me sorprendía haciendo conjeturas acerca de la señora en vez de concentrarme en lo escrito. La colocaba en situaciones imaginarias, en medio de objetos que yo desconocía. Principié a reunir datos acerca de su persona, todos carentes de importancia y significación. Le gustaba el color verde. Fumaba sólo cierta clase de cigarrillos. Ella hacía las compras para las comidas de su casa.
   A veces sentía tal necesidad de verla, que abandonaba cuanto me tenía atareado para salir en su busca. Y en algunas ocasiones la encontraba. Otras no, y volvía malhumorado a encerrarme en mi cuarto, no pudiendo pensar en otra cosa durante el resto de la noche.

José Donoso. Una señora (1966).

2 comentarios:

  1. El proceso de la obsesión (si se puede llamar así) es algo bastante complejo, prácticamente indetectable; e incluso, a veces, admirable; claro, dependiendo en qué se fundamenta.

    Saludos.

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    1. Sí. El implicado (el obseso) muchas veces no llega a tener claro cuándo empezó a sumergirse en esa obsesión.

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