Tintoretto. Susana y los viejos (1555). |
A veces sentía tal necesidad de verla, que abandonaba cuanto me tenía atareado para salir en su busca. Y en algunas ocasiones la encontraba. Otras no, y volvía malhumorado a encerrarme en mi cuarto, no pudiendo pensar en otra cosa durante el resto de la noche.
José Donoso. Una señora (1966).
El proceso de la obsesión (si se puede llamar así) es algo bastante complejo, prácticamente indetectable; e incluso, a veces, admirable; claro, dependiendo en qué se fundamenta.
ResponderEliminarSaludos.
Sí. El implicado (el obseso) muchas veces no llega a tener claro cuándo empezó a sumergirse en esa obsesión.
Eliminar