Honoré Daumier. El motín. La destrucción de Sodoma. |
Y también en el Wanxian ha fondeado el barco por la
noche. El segundo de a bordo ha venido a charlar conmigo mientras yo estaba
contemplando las luces de la ciudad. Me ha contado que, refugiado en su cabina
de pilotaje, asistió a una carnicería durante la Revolución cultural. Eran por
supuesto hombres lo que estaban matando, no peces. De tres en tres, atados por
las muñecas con un alambre, fueron empujados hacia el río por unos disparos de
metralleta. Tan pronto como uno de ellos era alcanzado, arrastraba a los otros
al agua y los vio debatirse como peces atrapados en el anzuelo, antes de ser
llevados a la deriva por la corriente, cual perros reventados. Lo curioso es
que cuantos más hombres se mata, más numerosos son estos, mientras que los
peces, cuántos más se han pescado, más escasos se vuelven. Sería preferible lo
contrario.
Gao Xingjian. La montaña del alma (1990).
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