lunes, 30 de julio de 2012

Cortázar: la eternidad de un cuerpo


Víctor Brauner. Mythotony (1942).

No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo. La Maga acababa por levantarse y daba inútiles vueltas por la pieza. Más de una vez la vi admirar su cuerpo en el espejo, tomarse los senos con las manos como las estatuillas sirias y pasarse los ojos por la piel en una lenta caricia. Nunca pude resistir al deseo de llamarla a mi lado, sentirla caer poco a poco sobre mí, desdoblarse otra vez después de haber estado por un momento tan sola y tan enamorada frente a la eternidad de su cuerpo.

Julio Cortázar. Rayuela (1963).

4 comentarios:

  1. Un fragmento hermoso. Me gusta. Hay algo en estas palabras que me provocan tristeza, o tal vez sea melancolía no consigo distinguirlo muy bien. Me gusta esta parte: "Nunca pude resistir al deseo de llamarla a mi lado, sentirla caer poco a poco sobre mí." La pintura, no sé si es adecuada del todo pero le va bien sobre todo a la parte en la que ella se contempla a sí misma en el espejo, "pasearse los ojos por la piel en una lenta caricia." Por lo menos he contado cuatro ojos en la pintura así podría cualquiera contemplarse a sí mismo de la mejor forma y desde distintos ángulos =P Un beso.

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    1. Bueno, yo imaginé que el ojo del extremo superior del cuadro era el narrador que contemplaba a la Maga que a su vez se contemplaba a sí misma. :)

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  2. Bellísimo pasaje de esa gran obra. Gracias por ponerlo al alcance.

    ¡Saludos, Martín!

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    1. Gracias, me alegro que te haya gustado el fragmento.

      Saludos.

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