miércoles, 23 de septiembre de 2015

Dostoyevski: ¿es libre un hombre semejante?

Lucian Freud. Portrait of Christian Berard (1948).
Afirman que el mundo, cuanto más avanza, tanto más se une, que va constituyendo una comunidad fraterna a medida que se van acortando las distancias y se van transmitiendo los pensamientos por el aire. ¡Ay! No creáis en semejante unión de los hombres. Entendiendo la libertad como un aumento y una pronta satisfacción de las necesidades, deforman su propia naturaleza, pues engendran en sí mismos muchos deseos carentes de sentido y estúpidos, costumbres y quimeras insensatas. Viven sólo para envidiarse unos a otros, para la satisfacción carnal y la presunción. Dar banquetes, viajar, tener coches, dignidades y servidores esclavos se considera ya tal necesidad a la que se sacrifica hasta la vida, el honor y el amor al prójimo, y hasta se matan si no pueden satisfacerla. En aquellos que son menos ricos, observamos lo mismo, mientras que entre los pobres por ahora la insatisfacción de las necesidades y la envidia se ahogan con la borrachera. Pronto, sin embargo, se emborracharán con sangre en vez de vino, a eso los conducen. Yo os pregunto: ¿es libre un hombre semejante? Conocí a un «luchador por la idea», quien me contó que en la cárcel, cuando le privaron de tabaco, sufrió tanto a causa de dicha privación, que, a cambio de tabaco, por poco traiciona su «idea». Y un hombre así dice: «Voy a luchar por la humanidad». Bueno, ¿adónde irá ese hombre y de qué es capaz? Quizá de una acción rápida, pero no resistirá mucho tiempo. No es de extrañar que en vez de encontrar la libertad hayan hallado la esclavitud, y en vez de servir a la fraternidad y a la unión de los hombres hayan caído, por el contrario, en la desunión y la soledad, como me dijo en mi juventud el que fue mi visitante misterioso y mi maestro.  


Fiódor Dostoyevski. Los hermanos Karamázov, libro sexto (1880).

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