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Anton van Dyck. Cristo en la cruz (1627). |
Desde este punto de vista, el Nuevo
Testamento puede ser considerado como una tentativa de responder de antemano a todos los Caínes
del mundo, suavizando la figura de Dios y suscitando un intercesor entre Él y
el hombre. Cristo ha venido a resolver dos problemas principales, el mal y la
muerte, que son precisamente los problemas de los rebeldes. Su solución ha
consistido, ante todo, en hacerse cargo de ellos. El dios-hombre sufre así con
paciencia. Ni el mal ni la muerte le son ya absolutamente imputables, pues está
destrozado y muere. La noche del Gólgota no tiene tanta importancia en la
historia de los hombres sino porque en esas tinieblas la divinidad, abandonando
ostensiblemente sus privilegios tradicionales, vivió hasta el fin, incluyendo
la desesperación, la angustia de la muerte. Se explica así el Lama sabactani y la duda espantosa de
Cristo en la agonía. La agonía sería ligera si estuviese sostenida por la
esperanza eterna. Para que el dios sea un hombre, es necesario que se
desespere.
Albert Camus. El hombre
rebelde (1951).
Interesante visión del significado de Cristo en la historia.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí que es interesante. Lo malo es que podemos inferir que no nos sentiremos verdaderos humanos a menos que experimentemos la desesperación en algún momento de nuestras vidas.
EliminarSaludos.