Valentín Serov. Retrato del artista Ilya Ostroujov (1902). |
Meditó acerca de
lo vano, inútil y vulgarmente embustero de las cosas humanas. Todas las épocas
de la vida —acababa de cumplir cincuenta y dos años— desfilaron unas en pos de otras
ante los ojos de su pensamiento, y ninguna de ellas encontró gracia delante de
él. ¡Agitarse siempre en el vacío y la nada, andar siempre dando tajos y
mandobles al aire, siempre embelesarse medio cándida, medio conscientemente con
el señuelo de vanas quimeras! “Poco importa lo que contenta a un niño, con tal
de que no llore”, dice un proverbio ruso. Luego, de pronto, cual nieve que nos
cae en la cabeza, ver llegar la vejez y con ella su compañero, el temor a la
muerte, ese temor que nos zapa y nos roe sin cesar...; después, por último, ¡el
chapuzón en el abismo!
¡Y aun dichoso
si transcurre así la vida! Porque más de una vez, antes del fin, como la herrumbre
ataca al hierro, llegan los achaques y el sufrimiento...
Iván Turguénev. Aguas primaverales (1872).
Aunque es una reflexión muy acertada, es triste vivir sin esperanza alguna. Y aunque tal vez sea irremediable llegar a ese fin, es mejor no pensarlo demasiado =).
ResponderEliminarMe gusta el fragmento. Quisiera leer más =P
Un beso =)
Procuraré poner algún fragmento más de esta novela. Creo que es interesante y de amena lectura.
EliminarUn beso.