Edvard Munch. El vampiro (1895). |
Pedro dormía, tenía una semisonrisa cándida; inclinaba la cabeza: hubiérase dicho que quería acariciar su mejilla con su hombro. Eva no tenía sueño, pensaba: "recapitulación". Pedro había tomado de pronto un aire estúpido y la palabra había corrido fuera de su boca larga y blanquecina. Pedro había mirado hacia adelante con asombro, como si viera la palabra y no la reconociera; su boca estaba abierta, blanda; algo parecía haberse roto en él. "Ha tartamudeado, es la primera vez que le ocurre. Por lo demás no lo ha notado. Dijo que no encontraba más sus ideas". Pedro lanzó un pequeño gemido voluptuoso y su mano hizo un gesto ligero.
Eva le miró duramente: "Cómo irá a despertarse". Eso la corroía. En cuanto Pedro se dormía pensaba en eso, no podía evitarlo. Tenía miedo de que se despertara con los ojos turbios y se pusiera a tartamudear. "Qué estúpida soy", pensó, "eso no debe comenzar antes de un año. Franchot lo ha dicho". Pero la angustia no la abandonaba; un año; un invierno; una primavera; un verano: el comienzo de otro otoño. Un día se confundirían esos rasgos, dejaría colgar la mandíbula, abriría a medias los ojos lacrimosos. Eva se inclinó sobre la mano de Pedro y posó en ella los labios: "Te mataré antes".
Jean-Paul Sartre. La cámara (1939).
Bello e intenso con un final espeluznante. Me ha encantado tu blog. Te sigo. Un abrazo.
ResponderEliminarEste cuento me gusta mucho por cómo es relatado. Lo más notorio es observar cómo la locura del marido condiciona enteramente la vida de la esposa enamorada.
EliminarSaludos.
Acaso, la locura le llegue a ella antes, que al esposo que la espera.
ResponderEliminarSaludos
Creo que de haber alargado su relato, el autor habría hecho que la mujer terminara más alterada que el marido.
EliminarSaludos.