Andrei Ryabushkin. La taberna (1891). |
(...) pero el destino se cumplirá, el digno permanecerá
en su sitio mientras que el indigno se hundirá en el callejón para toda la
vida, en su sucio callejón, en su callejón preferido, que es el que le
corresponde, y allí, en la porquería y el hedor, se perderá voluntariamente y
con placer. Alguna mentira digo, las palabras se me han desgastado, las suelto
como al azar, pero las cosas serán tal como las he señalado. Yo me hundiré en
el callejón, mientras que ella se casará con Iván.
Fiódor Dostoyevski. Los hermanos Karamázov, libro tercero
(1880).
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