lunes, 25 de noviembre de 2013

Sabato: el análisis científico

Gerrit Dou. El médico (1653).
   El universo que nos rodea es el universo de los colores, sonidos, y olores; todo eso desaparece frente a los aparatos del científico, como una formidable fantasmagoría.
            El Poeta nos dice:

            El aire el huerto orea
            y ofrece mil olores al sentido;
            los árboles menea
            con un manso ruido
            que del oro y del cetro pone olvido.
  
   Pero el análisis científico es deprimente: como los hombres que ingresan en una penitenciaría, las sensaciones se convierten en números. El verde de aquellos árboles que el aire menea ocupa una zona del espectro alrededor de las 5000 unidades Angström; el manso ruido es captado por micrófonos y descompuesto en un conjunto de ondas caracterizadas cada una por un número; en cuanto al olvido del oro y del cetro, queda fuera de la jurisdicción del científico, porque no es susceptible de convertirse en matemática. El mundo de la ciencia ignora los valores: un geómetra que rechazara el teorema de Pitágoras por considerarlo perverso tendría más probabilidades de ser internado en un manicomio que de ser escuchado en un congreso de matemáticos.

Ernesto Sabato. Uno y el Universo (1945).

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