Mijaíl Nésterov. Los hermanos Korin (1930). |
—¿Fuiste a ver
ahorcar a los prisioneros ayer? —le preguntó Syme.
—Estaba
trabajando —respondió Winston en tono indiferente. Lo veré en el cine, seguramente.
—Un sustitutivo
muy inadecuado —comentó Syme.
Sus ojos
burlones recorrieron el rostro de Winston. «Te conozco», parecían decir los
ojos. «Veo a través de ti. Sé muy bien por qué no fuiste a ver
ahorcar los prisioneros.» Intelectualmente, Syme era de una ortodoxia venenosa.
Por ejemplo, hablaba con una satisfacción repugnante de los bombardeos de los
helicópteros contra los pueblos enemigos, de los procesos y confesiones de los criminales
del pensamiento y de las ejecuciones en los sótanos del Ministerio del Amor.
Hablar con él suponía siempre un esfuerzo por apartarle de esos temas e
interesarle en problemas técnicos de neolingüística en los que era una
autoridad y sobre los que podía decir cosas interesantes. Winston volvió un
poco la cabeza para evitar el escrutinio de los grandes ojos negros.
—Fue una buena
ejecución —dijo Syme añorante—. Pero me parece que estropean el efecto atándoles
los pies. Me gusta verlos patalear. De todos modos, es estupendo ver cómo sacan
la lengua, que se les pone azul... ¡de un azul tan brillante! Ese detalle es el
que más me gusta.
George Orwell. 1984 (1949).
Creo que has disfrutado con este fragmento =P. A mi, particularmente, me parece horrible disfrutar con la muerte de otros y sobre todo con la muerte cruel.
ResponderEliminarMe gusta la pintura, aunque no es de mis preferidas.
Un besito =)
No sé si lo he disfrutado. Tan solo me pareció un ejemplo singular de las costumbres de una sociedad sometida. xD
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