Henri Martin. El poeta. |
Unos sollozos
brotaron súbitamente del pecho de Mitia, que tomó a Aliosha de la mano:
—Amigo, amigo,
en humillación, también ahora en humillación. ¡Es espantoso lo que ha de sufrir
el hombre en la tierra!, ¡son muchas, terriblemente muchas, sus calamidades! No
creas que soy tan solo un bribón con grado de oficial, dedicado a beber coñac y
entregado al libertinaje. Hermano, casi no pienso en otra cosa que en esto, en
ese hombre humillado, si no miento. Quiera Dios que no mienta yo ahora ni me
alabe. Pienso precisamente en ese hombre porque yo mismo soy un hombre así.
Para que de la abyección del alma
pueda el hombre elevarse,
que pacte por la eternidad
con la antigua madre tierra.
»Pero ahí está
la dificultad: ¿cómo pacto con la tierra por la eternidad? Yo no beso la
tierra, no le abro el pecho; ¿he de hacerme, acaso, mujik o pastorcillo? Camino
y no sé si he caído en la hediondez y en la vergüenza o en la luz y en la
alegría. ¡En eso está la desdicha, pues todo en el mundo es enigma!
Fiódor Dostoyevski. Los hermanos Karamázov, libro tercero
(1880).
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