domingo, 20 de diciembre de 2015

Dostoyevski: el hombre en la tierra

Henri Martin. El poeta.
   Unos sollozos brotaron súbitamente del pecho de Mitia, que tomó a Aliosha de la mano:
   —Amigo, amigo, en humillación, también ahora en humillación. ¡Es espantoso lo que ha de sufrir el hombre en la tierra!, ¡son muchas, terriblemente muchas, sus calamidades! No creas que soy tan solo un bribón con grado de oficial, dedicado a beber coñac y entregado al libertinaje. Hermano, casi no pienso en otra cosa que en esto, en ese hombre humillado, si no miento. Quiera Dios que no mienta yo ahora ni me alabe. Pienso precisamente en ese hombre porque yo mismo soy un hombre así.

                        Para que de la abyección del alma
                        pueda el hombre elevarse,
                        que pacte por la eternidad
                        con la antigua madre tierra.

   »Pero ahí está la dificultad: ¿cómo pacto con la tierra por la eternidad? Yo no beso la tierra, no le abro el pecho; ¿he de hacerme, acaso, mujik o pastorcillo? Camino y no sé si he caído en la hediondez y en la vergüenza o en la luz y en la alegría. ¡En eso está la desdicha, pues todo en el mundo es enigma!


Fiódor Dostoyevski. Los hermanos Karamázov, libro tercero (1880).

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