domingo, 30 de junio de 2013

Camus: un silogismo mortal

Sebastián de Llanos. Cabeza cortada de san Pablo (siglo XVII).
HELICÓN (Se levanta y recita de manera mecánica.)
«La ejecución alivia y libera. Es universal, fortalecedora y justa tanto en sus aplicaciones como en sus intenciones. Se muere porque se es culpable. Se es culpable porque se es súbdito de Calígula. Luego todo el mundo es culpable. De lo que se infiere que todo el mundo acaba muriendo. Es cuestión de tiempo y de paciencia.»


Albert Camus. Calígula (1944).

sábado, 29 de junio de 2013

Solzhenitsyn: fundamentos para una detención

Max Ernst. Ilustración en "Una semana de bondad" (1934).
A menudo, los órganos de la Seguridad del Estado no tenían grandes fundamentos para elegir a quién había que detener y a quién dejar en paz. Se orientaban únicamente por una cifra de detenciones prevista. Para alcanzar esa cifra podía seguirse un procedimiento sistemático, pero también podían ponerse en manos del azar. En 1937 una mujer fue a las oficinas de la NKVD de Novocherkask para preguntar qué debía hacer con el niño de pecho de una vecina suya detenida. «Siéntese», le dijeron, «y ya veremos.» Permaneció sentada un par de horas y luego la sacaron de recepción y la metieron en una celda: debían completar rápidamente la cifra y no tenían bastantes agentes para enviarlos por la ciudad, ¡y a aquella mujer ya la tenían allí!


Aleksandr Solzhenitsyn. Archipiélago Gulag (1973).

viernes, 28 de junio de 2013

Borges: una apariencia

Remedios Varo. Apártalos que voy de paso.
   El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.


Jorge Luis Borges. Las ruinas circulares (1940).

miércoles, 26 de junio de 2013

Sabato: el cuerpo de Alejandra

Franz von Stuck. El beso de la Esfinge (1895).
   El mundo exterior había dejado de existir para Martín y ahora el círculo mágico lo aislaba vertiginosamente de aquella ciudad terrible, de sus miserias y fealdades, de los millones de hombres y mujeres y chicos que hablaban, sufrían, disputaban, odiaban, comían. Por los fantásticos poderes del amor, todo aquello quedaba abolido, menos aquel cuerpo de Alejandra que esperaba a su lado, un cuerpo que alguna vez moriría y se corrompería, pero que ahora era inmortal e incorruptible, como si el espíritu que lo habitaba transmitiese a su carne los atributos de su eternidad.


Ernesto Sabato. Sobre héroes y tumbas (1961).

martes, 25 de junio de 2013

Sabato: una pregunta importante

Marc Chagall. Amantes en gris (1917).
   Martín apoyó la cabeza sobre el pecho de Alejandra y ya nada le importó del mundo. Por la ventana veía cómo la noche bajaba sobre Buenos Aires y eso aumentaba su sensación de refugio en aquel escondido rincón de la ciudad implacable. Una pregunta que nunca había hecho a nadie (¿a quién habría podido hacérsela?) surgió de él, con los contornos nítidos y brillantes de una moneda que no ha sido manoseada, que millones de manos anónimas y sucias todavía no han atenuado, deteriorado y envilecido:
   —¿Me querés?
   Ella pareció vacilar un instante, pero luego contestó:
   —Sí, te quiero. Te quiero mucho.


Ernesto Sabato. Sobre héroes y tumbas (1961).

domingo, 23 de junio de 2013

Camus: el más puro de los goces

Eustache Le Sueur. El rapto de Ganímedes (1650).
   Por una inconsecuencia extraña en raza tan sagaz, los griegos aseguraban que quienes morían jóvenes eran los amados de los dioses. Y no es cierto, salvo si se quiere admitir que entrar en el mundo irrisorio de los dioses es perder para siempre el más puro de los goces, que es sentir y sentirse sobre esta tierra. El presente y la sucesión de los presentes ante un alma sin cesar consciente, tal es el ideal de hombre absurdo.


Albert Camus. El mito de Sísifo (1942).

jueves, 20 de junio de 2013

Camus: las causas perdidas

Vasili Vereshchagin. After failure (1868).
Sabedor de que no hay causas victoriosas, me gustan las causas perdidas: éstas exigen un alma entera, tanto en su derrota como en sus victorias pasajeras. Para quien se siente solidario del destino del mundo, el choque de las civilizaciones tiene algo de angustioso. Yo he hecho mía esa angustia al mismo tiempo que he querido jugar con ella mi partida. Entre la historia y lo eterno, elegí la historia porque me gustan las certezas. De ella por lo menos estoy seguro, y ¿cómo negar esa fuerza que me aplasta?


Albert Camus. El mito de Sísifo (1942). 

jueves, 13 de junio de 2013

Milan Kundera: el peso o la levedad

Remedios Varo. Banqueros en acción.
   La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas, la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real solo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes. Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?


Milan Kundera. La insoportable levedad del ser (1984).

sábado, 1 de junio de 2013

Borges: el tiempo, el universo y el hombre

Jacek Malczewski. Destino (1917).
Una de las escuelas de Tlön llega a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente. Otra escuela declara que ha transcurrido ya todo el tiempo y que nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable. Otra, que la historia del universo —y en ella nuestras vidas y el más tenue detalle de nuestras vidas— es la escritura que produce un dios subalterno para entenderse con un demonio. Otra, que el universo es comparable a esas criptografías en las que no valen todos los símbolos y que solo es verdad lo que sucede cada trescientas noches. Otra, que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres.

Jorge Luis Borges. Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (1944).