miércoles, 30 de enero de 2013

Cortázar: la invención del alma

Paul Delvaux. El espejo (1939).

   La invención del alma por el hombre se insinúa cada vez que surge el sentimiento del cuerpo como parásito, como gusano adherido al yo. Basta sentirse vivir (y no solamente vivir como aceptación, como cosa-que-está-bien-que-ocurra) para que aun lo más próximo y querido del cuerpo, por ejemplo la mano derecha, sea de pronto un objeto que participa repugnantemente de la doble condición de no ser yo y de estarme adherido.
   Trago la sopa. Después, en medio de una lectura, pienso: «La sopa está en mí, la tengo en esa bolsa que no veré jamás, mi estómago». Palpo con dos dedos y siento el bulto, el removerse de la comida ahí dentro. Y yo soy eso, un saco con comida adentro.
   Entonces nace el alma: «No, yo no soy eso».
   Ahora que (seamos honestos por una vez)
   sí, yo soy eso. Con una escapatoria muy bonita para uso de delicados: «Yo soy también eso». O un escaloncito más: «Yo soy en eso».

Julio Cortázar. Rayuela (1963).

4 comentarios:

  1. Me encanta la pintura. Es preciosa. Una muestra clara de la diferencia que hay entre nuestra apariencia externa y lo que realmente somos por dentro, la esencia. Que penita que ya se está terminando el mes de Rayuela.


    Un beso =)

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    1. Ya se acabó el mes, pero quizás vengan citas más interesantes.
      Creí apropiada esa pintura para el fragmento. Me alegra que te guste. :)

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  2. Pues si dejamos de creer en el alma, apaga y vámonos.
    Aunque la sopa, a veces, levanta el alma.

    Me encanta Delvaux y Córtazar en sus poemas

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    1. Me gustaría creer que somos algo más que este cuerpo. Afortunados los que pueden creer en el alma.
      También me gusta mucho Delvaux.

      Saludos.

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