domingo, 23 de diciembre de 2012

Edith Wharton: la alternativa a la separación

Henri Martin. Los amantes.

   Un profundo silencio había caído con la oscuridad sin estrellas; subían apoyados el uno en el otro, callados; pero Ethan se repetía a cada paso: “Es la última vez que caminaremos juntos”.
   Llegaron lentamente al final de la cuesta. Ya enfrente de la iglesia, él bajó la cabeza y preguntó:
   —¿Estás cansada?
   —¡Ha sido estupendo! —contestó ella jadeando.
   Con una leve presión en el brazo, la guió hacia los abetos.
   —Este trineo debe ser el de Ned Hale. De todos modos, lo dejaré donde lo encontré.
   Lo llevó a la verja de Varnum y lo dejó apoyado en la valla. Al incorporarse, sintió de pronto a Mattie a su lado entre las sombras.
   —¿Es aquí donde se besaron Ned y Ruth? —susurró ella, y le echó los brazos al cuello. Buscó a tientas con los labios los de él, recorriendo su rostro, y Ethan la abrazó con fuerza, en un éxtasis de asombro.
   —Adiós…, adiós —balbuceó ella, y volvió a besarle.
   —¡Oh, Matt, no puedo dejar que te marches! —exclamó él, con el mismo grito de siempre.
   Pero Mattie se separó de él, que la oyó sollozar.
   —¡Oh, tampoco yo! —gimió ella.
   —¡Matt! ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a hacer?
   Se cogieron las manos como niños. Matt se agitaba, sollozando desesperada.
   Oyeron en el silencio que el reloj de la iglesia daba las cinco.
   —¡Oh, Ethan, ya es la hora! —gritó ella.
   Ethan la retuvo de nuevo.
   —¿La hora de qué? ¿No creerás que voy a dejarte ahora?
   —¿Adónde iría si perdiera el tren?
   —¿Adónde irás si lo coges?
   Mattie guardó silencio, con las manos frías y relajadas en las de él.
   —¿Qué sentido tiene que uno de los dos se vaya a ningún sitio sin el otro ahora? —dijo Ethan.
   Ella no se movió, como si no le hubiera oído. Luego apartó las manos, le echó los brazos al cuello y le apretó súbitamente la mejilla húmeda en la cara.
   —¡Ethan! ¡Ethan! ¡Quiero que me lleves otra vez!
   —¿Adónde?
   —Por la cuesta. Ahora —dijo jadeando—. Pero para no volver a subir.
   —¡Matt! Pero ¿qué quieres decir?
   Ella le dijo al oído:
   —Contra el gran olmo. Dijiste que podías hacerlo. Así no tendremos que separarnos nunca.
   —Pero, ¿qué dices, Matt? ¡Estás loca!
   —No, no estoy loca; pero lo estaré si me separo de ti.
   —¡Ay, Matt, Matt! —gimió él.
   Ella le abrazó con más fuerza, con la cara pegada a la suya.

Edith Wharton. Ethan Frome (1911).

4 comentarios:

  1. "¿Qué sentido tiene que uno de los dos se vaya a ningún sitio sin el otro ahora?". Me ha gustado esta frase en especial, y ahora trataré de encontrar la novela para leerla.

    Yendo a otro tema, quería informarte que he dejado dos premios para ti en el siguiente enlace:
    http://dejamecontarpalabras.blogspot.com/2012/12/dulces-premios-antes-de-navidad.html

    Espero que te gusten.

    ¡Feliz navidad!

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    1. Esa novela me gustó mucho. Leyendo sus páginas el lector es capaz de sentir la angustia y la impotencia del protagonista por aquel amor imposible.

      Muchas gracias por los premios. Los colocaré en mi blog en los próximos días.

      Saludos.

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  2. Cuando pusiste el otro fragmento dije que estaría bien leer el libro entero, ahora no tengo ninguna duda; quiero leerlo completo. Esta escena me resulta tan familiar.. las despedidas son muy dolorosas sobre todo cuando tienes que separarte de la persona a la que amas con todas tus fuerzas y no sabes cuando se producirá el próximo encuentro. Creo que esa incertidumbre es la que hace que la despedida sea más dolorosa. Yo no quiero experimentar nunca más esa sensación. La pintura es muy hermosa, refleja a la perfección el contenido del fragmento. Buena elección.


    Un beso =)

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    1. Es una sensación dolorosa pero que puede llegar a ser bella en una novela adecuadamente narrada.
      Me alegro que te guste la escena.

      Un beso.

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