lunes, 19 de noviembre de 2012

Chéjov: la hipnosis colectiva de los hombres felices

Los hermanos Le Nain. La familia feliz (1642).

    Los hombres que vemos son aquellos que van al mercado a hacer la compra, los que de día comen, de noche duermen; vemos a los que van por ahí diciendo tonterías, se casan, envejecen y llevan apacibles al cementerio a sus difuntos; pero no vemos ni oímos a los que sufren. Todo cuanto de pavoroso tiene la vida ocurre no se sabe muy bien dónde, como quien dice tras bastidores. Todo es silencio y calma; solo protestan las mudas estadísticas: tanta gente se ha vuelto loca, se han bebido tantos baldes de vodka, tantos niños han muerto de desnutrición… Y este orden de cosas parece necesario; el hombre feliz, al parecer, se siente bien porque los desgraciados arrastran en silencio su duro destino y porque sin este silencio la felicidad sería imposible. Es como una hipnosis colectiva.
   Haría falta que tras la puerta de cada hombre feliz y satisfecho hubiera alguien con un martillo que le recordase continuamente con sus golpes que existe gente desgraciada, que la vida, por feliz que sea, tarde o temprano le enseñará sus garras y la desgracia —la enfermedad, la pobreza, la muerte— caerá también sobre él, y entonces nadie lo verá ni lo oirá, como ahora él tampoco oye ni ve a los demás. Pero no tenemos a este hombre del martillo. El hombre feliz sigue su vida, los pequeños quehaceres de cada día le afectan muy por encima, como a la encina el viento. En resume,  todo está a pedir de boca…

Antón Chéjov. La grosella (1898).

4 comentarios:

  1. En cierto modo, es certero. "Haría falta que tras la puerta de cada hombre feliz y satisfecho hubiera alguien con un martillo que le recordase continuamente con sus golpes que existe gente desgraciada, que la vida, por feliz que sea, tarde o temprano le enseñará sus garras y la desgracia caerá también sobre él, y entonces nadie lo verá ni lo oirá, como ahora él tampoco oye ni ve a los demás." Me gusta esta parte. Supongo que no se puede vivir ajeno a lo que nos rodea.

    En cuanto a la pintura, creo que es adecuada. No está mal. =P

    Un beso =)

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    1. Las últimas líneas que citaste me hicieron recordar la siguiente frase de Orson Welles: "Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Sólo a través de nuestro amor y amistad podemos crear la ilusión por un momento de que no estamos solos". :)

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  2. Este comportamiento social, como otros tantos, forma parte del engranaje del "ser y parecer". Por suerte para Chejov, no tuvo que ver la época de los ipad y las blackberry.

    Tu entrada también me ha hecho recordar los retratos de tipos sonrientes de Rembrandt, como el siguiente:

    http://en.wikipedia.org/wiki/File:Rembrandt_Harmensz._van_Rijn_020.jpg

    Buena reflexión. ;)

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    1. Creo que el gesto de felicidad exhibido por aquel hombre del retrato de Rembrandt estaría muy acorde con los gestos que la gente de hoy acostumbra a mostrar en las redes sociales. xD

      Si Chéjov hubiera vivido ese fenómeno se habría reafirmado en las ideas que expuso en este cuento.

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