viernes, 7 de septiembre de 2012

Vargas Llosa: ¿por qué todos son mis enemigos?

Edvard Munch. Melancolía (1892).

Estaba sorprendido: debería sentirse excitado o aterrado, algún trastorno físico debía recordarle la delación. Creía que los animales, después de cometer un asesinato, se hundían en un vértigo y quedaban como hipnotizados. Él solo sentía indiferencia. Pensó: <<Estaré seis horas en la calle. Iré a verla pero no podré decirle nada de lo que ha pasado>>. ¡Si tuviera alguien con quien hablar, que pudiera comprender o al menos escucharlo! ¿Cómo fiarse de Alberto? No solo se había negado a escribir en su nombre a Teresa, sino que en los últimos días lo provocaba constantemente —a solas, es verdad, pues ante los otros lo defendía—, como si tuviera algo que reprocharle. <<No puedo fiarme de nadie>>, pensó. <<¿Por qué todos son mis enemigos?>>.

Mario Vargas Llosa. La ciudad y los perros (1963).

2 comentarios:

  1. Me parece imposible que alguien no cuente aunque sea con un amigo. Solo uno.
    Claro que, la mente es tan poderosa y peligrosa, a veces...

    Saludos

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    1. Creo que este personaje sufría el llamado trastorno de la personalidad por evitación. En ese caso, no solo le sería difícil encontrar amigos sino además confiar en uno.

      Un saludo.

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