jueves, 21 de junio de 2012

Lion Feuchtwanger: las dudas de Jefté

José Cuneo. Luna.

   Yavé lo había tratado como a un necio y había jugado con él con malicia. Había inspirado a Nachasch para que le sugiriera entregar a su hija a Milkom, y puesto que él no venció de inmediato la tentación, el dios había exigido para sí mismo la sangre de su hija como sarcástica compensación. Era goloso el dios. La niña Ja'ala era un bocado delicioso. Ella era capaz de sentir con mayor profundidad, su piel y todo su ser se percibía más delicado que el de las otras. Por eso Yavé quería tenerla para él. El codicioso dios quería paladearla.
   Pero Jefté no era nadie que se dejara dar órdenes, tampoco de Yavé. Pensó en el akko, el carnero. Era fuerte, había conseguido reunir un gran ejército y un gran territorio. Si ahora, después de su victoria, casaba a su hija con el amonita, podría conseguir el gran reino que había divisado desde la cumbre del monte Hermón, también sin Yavé, también contra Yavé.
   Se rió insolente, en medio de la noche.
   —Si Milkom está conmigo —declaró en voz alta, desafiante—, me parece bien. Si Yavé está conmigo, me parece bien. Pero también si estoy yo solo conmigo mismo, me parecerá bien.
   Sintió terror ante el eco de sus propias palabras, se estremeció de frío. Se acordó de los espíritus que vagan en la soledad y que prefieren la noche, y Yavé era de entre todos esos espíritus, el más fuerte. Él estaba impotente ante Yavé. No había salida. Si no sacrificaba a su hija, el dios se apoderaría de lo prometido, y a él, al perjuro, lo destruiría.

Lion Feuchtwanger. La hija de Jefté (1957).

2 comentarios:

  1. Difícil decisión.

    Los dioses siempre exigiendo.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Sí. Jefté se "endeudó" con el dios y éste no solía olvidar las cobranzas. La vida de su hija fue el precio por ganar una batalla y convertirse en el hombre más poderoso del Israel de la Edad del Bronce.

      Saludos. :)

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