domingo, 4 de marzo de 2012

Claudio Trobo y los mitos inventados

Ernest Descals. Matorell, paisaje urbano.



   Lorenzo sonrió, y luego comenzó a hablar encendidamente:
  —La importancia de lo que está haciendo en Cuba la ve por el resentimiento de los imperialistas. Están llenos de odio. ¿Y todo por qué? Sólo por una cosa, porque se les ha denunciado ante el mundo, porque un puñado de hombres ha comenzado a luchar por la dignidad. Y para ellos es inesperado, y muy peligroso. Pueden perder millones de dólares.
   Andrés lo miró, el otro lo observaba con atención, el coche se movía lentamente, pasaba junto a una hilera de hormigoneras que estaban en medio de un fangal. 
   —Le soy franco —comenzó Andrés—, no entiendo su entusiasmo. No veo por qué cree que eso es importante.
   Lorenzo respondió sonriente:
   —¿Lo piensa negar? ¿O es que está en la línea de su Canal?
   —Nada de eso.
 —Me da asco ver las seriales enlatadas que nos mandan los americanos, en las que ellos son “nenes buenos”.
   Andrés meneó la cabeza:
   —No cambie el tema. Usted sabe que lo que decía no significa nada; que nada significa nada —hizo una pausa y siguió con voz opaca—. Sólo hay un gran hueco, estamos desamparados, solos, absurdamente temerosos. Y eso lleva a inventarnos mitos. Es un símbolo de nuestra debilidad.
   —No entiendo a qué viene eso. Es traído de los pelos.
  —A lo que usted decía. El marxismo es como el fútbol, un pretexto para no enfrentarse. Es casi como decir que no hay noche porque uno se ponga a cantar en la sombra y se concentre en sus gritos. Todo es absurdo, inútil.
   —Eso no es cierto.
   —Es cierto y usted lo sabe. Lo que pasa es que no quiere cargar con su peso; ser consciente es un compromiso muy difícil, para después seguir adelante. Darse cuenta es la inmovilidad.
   Lorenzo pasó la mano por el parabrisas que comenzaba a empañarse y dijo:
  —Hay tantas cosas valiosas. Lo único que hay que saber es buscarlas. ¿Usted no cree en luchar por los demás?
  —¿Y eso qué arregla? Eso es no plantearnos nuestra realidad, es tratar de distraerse.
   —Al contrario.
  —La soledad, el miedo, el azoramiento están siempre presentes, aunque se ocupe de mil cosas. Aunque se embrutezca trabajando o haciendo gimnasia.

Claudio Trobo. El invitado (1965).

6 comentarios:

  1. Quizás el asunto no es tan cobarde-absurdista como se plantea en el texto, pero bien es cierto que "eso lleva a inventarnos mitos. Es un símbolo de nuestra debilidad". Es el mismo orígen del pensamiento mágico-religioso, como lo diría bonito Freud. xD
    Todos los "ismos" son respuestas al vacío.:P

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  2. Esa debilidad es el origen del pensamiento mágico-religioso pero también a veces es el origen de cosas más descabelladas: ideologías políticas enajenantes y nocivas para el propio individuo.

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  3. Hola Lorenzo, por favor podrias poner el nombre del autor de la Pintura con la que ilustras el artículo?, el nombre es ERNEST DESCALS-PINTOR, muchas gracias.

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    1. Gracias por recordármelo. Me gustan la pinturas de Ernest Descals. Un saludo.

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